viernes, 2 de noviembre de 2007

LA GRAN BIBLIOTECA DE ALEJANDRIA


Incendiada la gran biblioteca de Alejandría

Al descubierto el crimen cultural e ideológico más grande de la historia. Incalculables pérdidas materiales en un incendio intencional. Se estima en al menos 40.000 (cuarenta mil) los volúmenes, archivos y documentos que desaparecieron en brutal acción.
Grupos "escépticos" niegan el hecho e incluso expresan que se trata de un engaño histórico. Los sabios que escribieron las obras sólo podrían llorar ante tanta ignorancia mimetizada en algún tipo de desconocida e hipócrita sabiduría. El humo y fuego del pasado se unen a personas y grupos que se ubican como falsos líderes todopoderosos del saber. Y ellos ni siquiera pueden ver más allá de su nariz.
El atentado se llevó a cabo en la Biblioteca de Alejandría en Egipto, en la ciudad de Alejandría, fundada por Alejandro Magno el año 306 antes de la era Cristiana (a. de C.), siendo su primer director Inarus.

Puerto y faro

En plena guerra civil, el Imperio Romano, liderado por Cayo Julio César (Gaius Iulius Caesar) se enfrentaba a su antes aliado y ahora enemigo el general Cneo Pompeyo Magno (Cnaeus Pompeius Magnus), que fue finalmente derrotado en la batalla de Farsalia, Grecia a fines del año 48 a. de C., tras la cual Pompeyo huye a Egipto.
Es recibido por los gobernantes de Egipto, el Ptolomeo XIII Teos Filopator, su hermana Cleopatra VII Filopator Nea Thea y Potino tutor legal nombrado por el Ptolomeo XII, padre de ambos gobernantes. Potino era un eunuco (hombre castrado), culto asesor que dirigía el poder de los hermanos


Potino de acuerdo con Ptolomeo XIII, hacen asesinar al general romano por un ex soldado romano llamado Settimio, el que decapita a Pompeyo en el puerto, frente a su esposa, poco después de desembarcar. Julio César, al llegar a Egipto, recibe la cabeza de Pomeyo como regalo, pero repudia el crimen e invade Egipto aliándose con Cleopatra VII. Mientras los otros gobernantes, el 09 de Noviembre del año 48 a. de C., declaran la guerra a Roma.
La flota naval de Ptolomeo XIII se encuentra fondeada en el puerto junto a las naves romanas y Julio César decide atacarla con teas ardientes, en pocas horas todas las naves egipcias arden y el fuego llevado por el viento incendia parte importante de las bodegas de la Biblioteca y Faro de Alejandría.
Clopatra VII estando con Julio César, clama que apaguen el fuego, pero el viento hace casi imposible hacerlo.

Los papiros arden con el fuego, la historia se pierde evaporada en el humo de lo desconocido, el silencio llegará para siempre a una parte vital del conocimiento humano. Lo quemado no puede ser ya recuperado, las artes, la filosofía, la poesía, la pintura y la ciencia han recibido un golpe de dimensiones incalculables.
Esa noche de fines del año 48 a. de C., el calor del fuego hizo desaparecer la sabiduría y herencia de muchos grandes hombres, lo que ellos escribieron para la civilización ya no lo sabremos jamás. Un crimen más de las guerras por el Poder. Un importante científico, astrónomo y pensador escribió:
"...somos la única especie del planeta que ha inventado una memoria comunal que no está almacenada ni en nuestros genes ni en nuestros cerebros.El almacén de esta memoria se llama biblioteca"
"...el lugar donde los hombres reunieron por primera vez de modo serio y sistemático el conocimiento del mundo", "...el cerebro y el corazón del mundo antiguo"
"...un símbolo de cultura y de ciencia", "...cuyo martirio estuvo ligado a la destrucción de la biblioteca"
Carl Sagan.
La historia de la Biblioteca de Alejandría

La historia sobre la luz de la cultura y la sabiduría,luz del saber que por un instante se oscureció,en algunos casos para siempre.
Los primeros autores escribieron con colores en las cuevas, luego símbolos sobre barro. La escritura cuneiforme, el antepasado remoto del alfabeto occidental, se inventó en el Oriente próximo hace unos 5.000 años. Su objetivo era registrar datos: la compra de grano, la venta de terrenos, los triunfos del rey, los estatutos de los sacerdotes, las posiciones de las estrellas, las plegarias a los dioses.
Durante miles de años, la escritura se grabó con cincel sobre barro y piedra, se rascó sobre cera, corteza o cuero, se pintó sobre bambú o papiro o seda; pero siempre una copia a la vez y, a excepción de las inscripciones en monumentos, siempre para un público muy reducido. Luego, en China, entre los siglos segundo y sexto, se inventó el papel, la tinta y la impresión con bloques tallados de madera, lo que permitía hacer muchas copias de una obra y distribuirla.
Fue en Alejandría done los seres humanos emprendieron la aventura intelectual que nos ha llevado a las orillas del espacio. Pero no queda nada del paisaje y de las sensaciones de aquella gloriosa ciudad de mármol. La opresión y el miedo al saber han arrasado casi todos los recuerdos de la antigua Alejandría. Su población tenía una maravillosa diversidad. Soldados macedonios y más tarde romanos, sacerdotes egipcios, aristócratas griegos, marineros fenicios, mercaderes judíos, visitantes de la India y del África, todos ellos, excepto la vasta población de esclavos, vivían juntos en armonía y respeto mutuo durante la mayor parte del período que marca la grandeza de Alejandría.

La ciudad fue fundada por Alejandro Magno y construida por su antigua guardia personal. Alejandro estimuló el respeto por las culturas extrañas y una búsqueda sin prejuicios del conocimiento. Según la tradición -y no nos importa mucho que esto fuera o no cierto- se sumergió debajo del mar Rojo en la primera campana de inmersión del mundo. Animó a sus generales y soldados a que se casaran con mujeres persas e indias. Respetaba los dioses de las demás naciones.
Coleccionó formas de vida exóticas, entre ellas un elefante destinado a su maestro Aristóteles. Su ciudad estaba construida a una escala suntuosa, porque tenía que ser el centro mundial del comercio, de la cultura y del saber. Estaba adornada con amplias avenidas de treinta metros de ancho, con una arquitectura y una estatuaria elegante, con la tumba monumental de Alejandro y con un enorme faro, considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo.


Pero la maravilla más grande de Alejandría era su biblioteca y su correspondiente museo. De esta biblioteca legendaria lo máximo que sobrevive hoy en día es un sótano húmedo y olvidado del Templo de Serapis (Serapeum), deidad greco egipcia por Ptolomeo I, patrona de Alejandría, diosa oficial de Grecia y Egipto. Este lugar fue en su época el cerebro y la gloria de la mayor ciudad del planeta, el primer auténtico instituto de investigación de la historia del mundo. Los eruditos de la biblioteca estudiaban el Cosmos, que significa en griego: "el orden del universo". Es en cierto modo lo opuesto a Caos.
En la biblioteca, su comunidad de eruditos (sabios), exploraban la física, la literatura, la medicina, la astronomía, la geografía, la filosofía, las matemáticas, la biología y la ingeniería. La ciencia y la erudición habían llegado a su edad adulta. El genio florecía en aquellas salas. La Biblioteca de Alejandría es el lugar donde los hombres reunieron por primera vez de modo serio y sistemático el conocimiento del mundo.
Además de Eratóstenes, hubo el astrónomo Hiparco, que ordenó el mapa de las constelaciones y estimó el brillo de las estrellas; Euclides, que sistematizó de modo brillante la geometría y que en cierta ocasión dijo a su rey, que luchaba con un difícil problema matemático: "no hay un camino real hacia la geometría"; Dionisio de Tracia, el hombre que definió las partes del discurso y que hizo en el estudio del lenguaje lo que Euclides hizo en la geometría; Herófilo, el fisiólogo que estableció, de modo seguro, que es el cerebro y no el corazón la sede de la inteligencia; Herón de Alejandría, inventor de cajas de engranajes y de aparatos de vapor, y autor de "Autómata", la primera obra sobre robots; Apolonio de Pérgamo, el matemático que demostró las formas de las secciones cónicas, elipse, parábola e hipérbola, las curvas que como sabemos actualmente siguen en sus órbitas los planetas, los cometas y las estrellas;

Arquímedes, el mayor genio mecánico hasta Leonardo de Vinci; y el astrónomo y geógrafo Ptolomeo, que compiló gran parte de lo que es hoy la seudo ciencia de la astrología: su universo centrado en la Tierra estuvo en boga durante 1500 años, lo que nos recuerda que la capacidad intelectual no constituye una garantía contra el error o desconocimiento descomunales. Y entre estos grandes hombres hubo una gran mujer, Hipatia, matemática y astrónoma, la última lumbrera de la biblioteca, cuyo martirio estuvo ligado a la destrucción de la biblioteca siete siglos después de su fundación.
Los reyes griegos de Egipto que sucedieron a Alejandro tenían ideas muy serias sobre el saber. Apoyaron durante siglos la investigación y mantuvieron la biblioteca para que ofreciera un ambiente adecuado de trabajo a las mejores mentes de la época.
La biblioteca constaba de diez grandes salas de investigación, cada una dedicada a un tema distinto, había fuentes, columnatas con jardines botánicos, un zoológico, salas de disección, un observatorio, y una gran sala comedor donde se llevaban a cabo con toda libertad las discusiones críticas de las ideas.
El núcleo de la biblioteca era su colección de libros. Los organizadores escudriñaron todas las culturas y lenguajes del mundo. Enviaban agentes al exterior para comprar bibliotecas. Los buques de comercio que arribaban a Alejandría eran registrados por la guardia, y no en busca de contrabando, sino de libros. Los rollos eran confiscados, copiados y devueltos luego a sus propietarios. Es difícil de estimar el número preciso de libros, pero parece probable que la biblioteca contuviera medio millón de volúmenes, cada uno de ellos un rollo de papiro escrito a mano.


FUENTE ; INVESTIGANDO MISTERIOS